Marcas tecnológicas que nos pueden ayudar en la búsqueda de vida inteligente
La búsqueda de vida inteligente fuera del planeta Tierra se inició en los años sesenta del siglo pasado, cuando se desarrolló la tecnología suficiente para poder enviar y recibir señales a una distancia más allá del sistema solar.
A partir de este momento se generó un interés en la comunidad científica por encontrar marcas biológicas y tecnológicas que nos pudieran dar información sobre otras formas de vida inteligentes hasta ahora desconocidas.
Por ello, se han ido desarrollando diferentes técnicas de observación que nos pueden ayudar en esta búsqueda. En esta entrada de Blog veremos varias de estas técnicas.
1. Señales de comunicación
Para este propósito se han usado tradicionalmente señales de radio, pero recientemente se han empezado a utilizar también señales ópticas (luz visible) e infrarroja. Normalmente se han buscado balizas o faros que emitieran una señal que nosotros podríamos detectar.
El desafío que se presenta en esta búsqueda es cómo determinar si una señal que detectamos es una emisión realizada por una de estas balizas o es una señal producida por una fuente natural.
Además, es importante tener presente que esta señal debe ser lo suficientemente intensa o diferente para que no sea ensombrecida por la estrella alrededor de la cual orbita el planeta emisor de la señal.
En principio, se usaron ondas de radio, porque estas se emiten a una frecuencia en la que no lo suelen hacer las estrellas. Por ello, cuando llega una señal de este tipo, la podemos recibir sobre un fondo relativamente libre de radiaciones de este tipo.
Recientemente, sin embargo, se ha empezado a considerar también la posibilidad de emitir en otras frecuencias mediante un láser (de luz visible e infrarroja). Para hacer la señal distinguible de la estrella cercana, habría que comprimir la señal en el tiempo o en la frecuencia, de manera que fuera una señal suficientemente diferente del resto de luz emitida de manera natural.
Al realizar estas transformaciones de la señal, conseguimos que sea necesaria mucha menos energía para enviar dicha señal a grandes distancias. Además, se consigue que la señal enviada pueda ser interpretada sin ningún tipo de dudas por la fuente receptora como de origen tecnológico.
2. Detección de objetos
Estos objetos o artefactos podrían ser sistemas de telecomunicaciones (satélites, emisores de radio, etc.) que podrían estar en órbitas estacionarias en los planetas, satélites o estrellas, o cuyos restos podrían encontrarse flotando libremente o sobre la superficie de algunos planetas.
También se podrían encontrar estructuras gigantescas, como las esferas de Dyson (creadas por parte de una civilización avanzada para extraer la energía de una estrella completa), y que podrían estar emitiendo energía en forma de calor, o tapando total o parcialmente a una estrella.
Por último, también se podrían encontrar restos de productos contaminantes en las atmósferas de algunos planetas, o partículas cargadas con niveles altos de energía (por ejemplo, radioactiva), o partículas u objetos que se mueven a altas velocidades, o incluso emisores de energía usados para la propulsión de naves.
Como se puede comprobar, es muy difícil delimitar la naturaleza exacta que podrían tener estos objetos o artefactos.
3. Tecnología en uso o abandonada
La tecnología podría estar todavía en uso o abandonada. Aunque esté todavía en uso, esto no implica que quienes la crearon sigan todavía allí. Una civilización puede haber desaparecido, y la tecnología estar todavía funcionando de manera correcta. Para ello, se podría haber dotado a esta tecnología de mecanismos autosuficientes de obtención de energía, y de reparación o repuesto de las piezas desgastadas o dañadas.
Estas estructuras podrían seguir generando calor, o emitiendo señales, o navegando o manteniendo la altitud en una órbita determinada por tiempo indefinido.
Si tras un deterioro lento encontráramos a estas estructuras, podrían estar flotando en las nubes de polvo o en la superficie de cuerpos sólidos (asteroides, satélites, planetas, etc.).
Estas tecnologías, incluso podrían tener la capacidad de crecer, multiplicarse o evolucionar, por lo que las diferencias con los organismos vivos podrían ser difíciles de determinar.
4. Tamaños de las marcas tecnológicas encontradas
Dado que nuestras capacidades para los viajes interestelares todavía son limitadas, cuando mayor sea la distancia a la que deseamos observar una determinada estructura, mayor deberá ser su tamaño.
Así, dentro del sistema solar podremos encontrar objetos físicos de tamaño pequeño o moderado, como sondas o satélites. También luces que se mueven sobre la superficie de un planeta (como lo harían las luces de las ciudades) o los reflejos de objetos metálicos o de vidrio (como los paneles solares). También sería posible encontrar rastros químicos en zonas localizadas, o zonas de altas emisiones térmicas, que pudieran indicar la existencia en el pasado de algún tipo de civilización.
Para escalas más largas dentro del universo, se podrían encontrar cinturones de satélites orbitando exoplanetas, estructuras situadas en el punto de Lagrange (distancia entre un cuerpo celeste y otro en el que gravedad de cada uno se contrarresta y podría haber un cuerpo flotando entre ellos de manera indefinida), o zonas extensas que emiten reflejos sobre las superficies de los planetas. También se podrían detectar zonas de alta emisiones de calor.
En escalas superiores a estrellas (o incluso a las galaxias) habría que buscar esferas de Dyson, emisiones de calor, luces intensas, contaminación química o sistemas capaces de mover estrellas completas.
5. Búsquedas de marcas tecnológicas ambiguas
En principio, cualquier señal que no provenga de la Tierra y que tenga una compresión suficiente en tiempo o frecuencia debería ser de origen artificial. Además, esta señal podría ser ambigua (no decir nada o que nosotros no fuéramos capaces de descifrar el mensaje) o contener información que fuera extremadamente extensa o universal (por ejemplo, cómo desarrollar una tecnología poderosa o la historia completa de una galaxia) o particular (las opiniones, intenciones o sentimientos de un único emisor (un individuo) que está enviando la señal.
Aunque no hubiera nadie emitiendo la señal, esta tendría un enorme valor por sí misma, porque nos podría dar información sobre la tecnología empleada, el emisor de la señal o el tipo de entorno donde se generó.
Sin embargo, muchas de las tecnologías que se descubran podrían ser bastante más ambiguas. Un determinado gas en una atmósfera podría deberse a causas naturales o a una influencia artificial. Un conjunto de satélites se podría parecer a un cinturón de asteroides. Por ello, nos deberíamos preparar para encontrar también objetos extremadamente ambiguos, en los que no resultara fácil averiguar si estamos ante un fenómeno natural, un artefacto o un ser vivo.
6. Marcas tecnológicas basadas en modelos o en anomalías
Por otro lado, se pueden adoptar dos estrategias ante la búsqueda de marcas tecnológicas producidas por una civilización inteligente. Por un lado, se pueden establecer modelos sobre qué sería razonable o qué esperaríamos encontrar al hallar alguno de estos artefactos (ondas de radio, emisores de calor, etc.).
Sin embargo, para desarrollar estos modelos deberíamos tener un cierto conocimiento previo de las características sociológicas o psicológicas de quienes los han fabricado. Por el momento, desconocemos esta información.
La otra estrategia sería fijar nuestra atención en algo que no entendemos o no encaja con nuestros conocimientos actuales. En este caso, habría que buscar objetos, eventos o situaciones que sobresalgan de manera destacada de lo que nos parece normal o previsible. Debe ser algo que no encaje con lo que nos parece natural.
7. Buscar balizas o realizar escuchas
Las balizas o faros interestalares podrían darnos una información clara de que alguien se quiere comunicar con nosotros. Se trataría de una marca tecnológica de alguien que tiene la intención de establecer un contacto, por lo que tratará de enviar una señal que no resulte ambigua.
Sin embargo, también podría haber seres que simplemente se estuvieran comunicando entre ellos y que nosotros podríamos llegar a “escuchar”.
Siempre serán más fáciles de detectar las balizas, pero no se puede descartar que acabemos detectando señales que no iban destinadas a nosotros.
Los sistemas de recepción que se utilizan para captar las señales pueden detectar ambos tipos de comunicación. Sería interesante, antes de establecer ningún contacto con el emisor, conocer cuáles eran sus intenciones reales de comunicación.
8. Pasividad o actividad en la recepción de los mensajes
Por otro lado, nos podríamos conformar con recibir de manera pasiva las comunicaciones, o bien, ser más activos y solicitar al emisor de la señal una respuesta.
Si decidimos ser activos y solicitar una respuesta, se crearía un dilema moral, porque estaríamos dando un primer paso que tardaría muchos años en provocar una respuesta (por la velocidades de transmisión conocidas en la actualidad) y las consecuencias de esta comunicación podrían ser recibidas (o padecidas) por generaciones muy posteriores a la nuestra.
Antes de establecer ningún tipo de comunicación, sería conveniente de que estuviéramos preparados para cualquier tipo de respuesta (ya sea amigable o agresiva). Hay que tener en cuenta que en el momento en el que queramos establecer contacto con ellos, podríamos resultar beneficiados de este contacto o por el contrario, podrían querer hacernos algún daño.
Por eso, hay autores que consideran que se debería prohibir este tipo de iniciativas, otros que es mejor esperarse hasta que estemos preparados y hay otros que consideran que si elaboramos los mensajes de contacto con el suficiente cuidado, no deberían provocar ninguna respuesta hostil en los receptores.
La falta de conocimientos sobre las características de los receptores nos debería llevar a tomar con precaución estos posibles contactos. Incluso si los destinatarios no tuvieran ninguna intención de hacernos daño, es probable que la mera información de su existencia tuviera un efecto desestabilizador sobre nuestras creencias y sobre nuestra vida social.
Fuente de información
Wright, J. (2021). Strategies and advice for the Search for Extraterrestrial Intelligence. Acta Astronautica, 188, 203-214.